miércoles, 28 de julio de 2010

Trastornos por Déficit de Atención

Trastornos por Déficit de Atención con Tere Silva
Dificultades en el aprendizaje combinadas con desórdenes por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA/H)

María Teresa Alicia Silva y Ortiz

Contenido:
Introducción.
1. Antecedentes históricos.
2. Algunos signos y síntomas de las dificultades para aprender.
3. ¿Qué significa el término “dificultades para aprender” o “problemas de aprendizaje”.
4. ¿Qué significa el síndrome de desorden o trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad?
5. Criterios para el diagnóstico del TDA/H.
A. Lista de síntomas relacionados con el trastorno por déficit de atención (TDA).
B. Lista de síntomas Copeland para detectar los trastornos por déficit de atención.
C. Escala para padres y profesores.
6. ¿Por qué no es fácil identificar el síndrome?
7. ¿Cómo empezar?
A. Problemas de lenguaje.
B. Habilidades perceptivas.
C. Problemas de atención y comportamiento.
8. ¿Qué se puede hacer en casa?
Mi lista personal de actividades.
9. La necesidad de acudir a una atención especializada.
10. Tratamientos alternativos.
11. ¿Qué se puede hacer en la escuela?
Apéndices
1. Perfil de los niños hiperactivos en diferentes edades.
2. Lineamientos generales para la orientación de los hijos.
3. Protocolos.
A. Entrevista.
B. Cuestionario Conners de hiperactividad infantil para padres.
C. Escala escolar de Conners – Revisada.
D. Escala de observación para el profesor.
Bibliografía
Sitios Web


Introducción

Cada vez son más los padres que se preocupan por el aprendizaje de sus hijos pues están conscientes de que es indispensable contar con una educación adecuada que les permita ser competitivos en el mundo moderno. Pero ¿qué sucede cuando se dan cuenta que alguno de ellos no logra desempeñarse de acuerdo con sus capacidades y como lo hacen sus coetáneos, tanto en la casa como en la escuela y en la sociedad y que, además, está manifestando serias dificultades para seguir el ritmo debido a que su atención es deficiente?
Los trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad son una de las alteraciones que más desconciertan tanto a los padres de familia como a los profesionales que tienen que atender a quienes lo padecen. Para todos, incluyendo a quien lo sufre, es motivo de grandes preocupaciones, angustia y ansiedad. Dentro de los campos de la neuropsicología y de la neuropsiquiatría ha llamado la atención para profundizar su estudio con investigaciones que permitan ofrecer alternativas más efectivas para contrarrestarlo.

En primer lugar, hay que considerarlo como un trastorno crónico, generalmente grave, con un cuadro sintomático heterogéneo, que se caracteriza por una atención lábil y dispersa, impulsividad e inquietud motriz exageradas sin carácter propositivo. Tiene repercusiones importantes en la vida del sujeto, como es el fracaso en las esferas familiar, laboral y social.

Uno de los retos más fuertes que los padres tienen que afrontar en México es que no les es fácil contar con personal calificado que los ayude en la orientación de sus hijos, y les es difícil tener acceso a una institución que les pueda ofrecer los servicios adecuados para atender su caso en vista de que son muy pocos los servicios especializados que están en ejercicio para ayudarlo con efectividad y muy alta la demanda.

Para agravar aun más la situación, la mayoría de las personas que trabajan en el sector educativo administradores, directivos y profesores, por ejemplo desconocen los lugares y procedimientos necesarios para comprender, orientar y atender estas dificultades, por lo tanto difícilmente pueden guiar a quienes las padecen para que logren superar los obstáculos que les están impidiendo aprender lo que requieren para poder vivir en forma independiente y responsable.

El propósito de este trabajo es ayudar a los padres a dar el primer paso en esta complicada tarea y comenzar a identificar los síntomas que son indicadores de las dificultades que están manifestando sus hijos para aprender. En caso necesario, puedan poner en práctica algunas de las medidas que aquí se sugieren con el fin de facilitarle al niño su desempeño tanto en el hogar como en la escuela.

También se pueden beneficiar con esta lectura los profesores y especialistas que necesitan contar con medios para poder ayudar a las personas que tienen dificultades para aprender con los métodos de la escuela común y que, además, padecen desórdenes por déficit de atención con o sin hiperactividad.

El punto de partida de este trabajo es, entonces, ofrecer una información básica que le permita al lector comenzar a comprender lo que sucede en estos casos e invitarlo a que conozca con más detalle y profundidad este tema leyendo otras fuentes.

En el contenido de este folleto no se pretende discutir las discrepancias entre los especialistas sobre los problemas de aprendizaje ni mencionar una serie de autores y sus perspectivas ante estas dificultades. Se ha evitado en lo posible hacer uso de términos complejos propios del tema, que podrían dificultar la lectura.
En contraste, se ha procurado utilizar un lenguaje sencillo y accesible para el público interesado en la orientación educativa de estos niños y que no cuenta con antecedentes al respecto.

1. Antecedentes históricos

Desde la antigüedad se han comentado o mencionado a los trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA/H) en distintos documentos literarios o artísticos, pero ha sido muy difícil precisarlo, aun hoy en día, debido a que es motivo de grandes controversias.

Es hasta mediados del siglo XIX cuando H. Hoffmann describe con claridad este síndrome por primera vez aunque no especifica un término para identificarlo. En 1887, Bornevielle, lo menciona como “niños inestables”, afirmando que estos sujetos se caracterizan por manifestar una inquietud física y psíquica exageradas, con una actitud destructiva y, generalmente, tienen un leve retraso mental.

J. Demoor, en 1901, lo considera como una labilidad en el comportamiento, la cual se caracteriza por un movimiento constante y una clara dificultad para prestar atención. Un año después, Still es más preciso en su descripción, definiéndolo como niños y niñas violentos, inquietos, molestos, revoltosos, destructivos y dispersos, lo que afecta su rendimiento académico en forma significativa y no necesariamente por disminución en su capacidad intelectual.

En 1917, R. Labora dice que estos niños no presentan deficiencias cognoscitivas ni sensoriales, pero son nerviosos, indisciplinados, desatentos y manifiestan una actividad constante.

Es hasta el siglo XX cuando empiezan a surgir teorías etiológicas. Sobresalen:

o Meyer, quien los describió con características clínicas semejantes a la encefalopatía traumática.

o Hohman, en 1922, lo considera como una secuela de la encefalitis epidémica.

o Shilder, en 1931, retoma la base orgánica al afirmar que es consecuencia de sufrimiento perinatal.

o En 1934, Kahn y Cohen propusieron el término “Síndrome de Impulsividad Orgánica” y como etiología la disfunción tronco-encefálica.

o Alrededor de los años cincuenta, Clemens y Peters le llaman “Disfunción cerebral mínima” (DCM), con una etiología funcional manifestada con hiperactividad, atención dispersa, alteraciones en el aprendizaje y problemas motores leves.

o El grupo de Estudio Internacional de Oxford en Neurología Infantil, retoman este término para identificar a los pacientes con hiperactividad, deterioro perceptivo-motor, labilidad emocional, dispraxia, déficit de atención y memoria, impulsividad, alteraciones en el lenguaje, la audición y el aprendizaje, además de signos neurológicos menores y/o con un electroencefalograma disfuncional.

o Es en 1970 cuando la Asociación Americana de Psiquiatría, apoyado por La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo sustituyen por el término de Trastornos por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDA/H) en su Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR) o trastornos hipercinéticos (CIE-10).

Según esta perspectiva, que está vigente en este momento, quien lo padece debe cumplir por lo menos seis de los síntomas que mencionan en su escrito y haber estado presentes durante más de seis meses. Además de que algunos de ellos se presenten antes de los cinco años y se manifiesten en dos o más lugares (escuela y casa, por ejemplo), haya una clara evidencia de afectación social, laboral o académica y se haya hecho una exclusión previa de otros trastornos del desarrollo que de alguna manera puedan estar justificando esta sintomatología.

Más adelante se retoma este documento como base en la identificación de este síndrome.

2. Algunos signos y síntomas de las dificultades para aprender

Con frecuencia los padres no confían en su juicio cuando tratan de evaluar el desarrollo y aprendizaje de su hijo, ni saben a quién preguntar o a dónde acudir cuando ven que su conducta es notablemente diferente a la que manifiestan la mayoría de los niños de su edad.

Comentarios como los siguientes incrementan la angustia de los adultos que lo tratan, pues los confunde y, en ocasiones, les detiene esta desconfianza a su intuición en la búsqueda de la ayuda que requieren. A continuación se dan algunos ejemplos de afirmaciones que se hacen en torno a este problema:

"La inscripción de su hijo para el próximo año está condicionada en vista de que su desempeño no alcanza el nivel que se pide en esta escuela".

"Muy listo para algunas cosas y a la vez muy deficiente para otras".

"Parece incapaz de comprender algunas cosas, sin embargo, en otras ocasiones hace las actividades sin mayor problema".

"No se concentra ni pone atención en clase. Él afirma haber estudiado pero no se acuerda de nada".

"Cuando habla hace tal lío que ni él mismo se entiende. No logra comunicar sus ideas".

"Su escritura es tan deficiente que ni él puede leer lo que ha escrito".
"¡Cómo le cuesta trabajo razonar en la clase de matemáticas! Parece como si se le hablara en un idioma desconocido".

"Varía tanto su estado emocional que nos es difícil convivir con él".

"Está en constante movimiento, ya me tiene atarantada, ¿qué puedo hacer para que se esté un momento quieto?".

"Parece estar en otro mundo, no escucha ni comprende cuando le hablo, El audiólogo dice que oye bien. ¿Tendrá algún retraso?"

El problema es más complejo de lo que parece a simple vista, pues los niños que presentan dificultades para aprender se perciben como cualquier otro de su edad, pueden ver y oír sin problemas significativos como sordera, debilidad visual, parálisis, su inteligencia está dentro de los rangos normales o es superior al promedio, sus dificultades académicas no se deben a deficiencias en la experiencia educativa ni a factores culturales, sin embargo no son capaces de adquirir, procesar, ni usar la información con eficiencia debido a que su percepción, conceptualización, lenguaje, memoria, atención y/o control motor no están evolucionando ni controlándose como es esperado. (Silva y O, La percepción visual en los primeros años del aprendizaje, 1998).

Oficialmente se considera que aproximadamente el cinco por ciento de los niños en edad escolar padecen alguna dificultad para aprender; sin embargo, tanto los especialistas como los profesores piensan que el porcentaje es mayor (Lewis y Doorlag, Teaching Special Students, 1995). A esta observación se puede agregar el hecho de que muchos niños no están trabajando en las escuelas al nivel que les corresponde debido a que no se han identificado sus deficiencias.

Cuando han fallado los métodos y las estrategias para enseñarle, tanto los padres como los profesores se sienten frustrados porque no saben qué hacer para ayudarlo. Sin embargo, el niño que tiene dificultades para aprender es quien más se mortifica porque nadie entiende su situación ni él mismo y percibe que no puede lograr desempeñarse como sus compañeros, ni obtener el éxito deseado.

Hoy en día los especialistas enfatizan la importancia de contar con un diagnóstico lo más pronto que se pueda con el fin de comenzar a edad temprana a tratar las dificultades de aprendizaje y evitar así que los problemas se agraven y se afecte la autoestima de quien los padece.

En contraste, muchas veces los pediatras y las educadoras prefieren esperar para ver cómo evoluciona el niño, a pesar de que éste se distraiga y manifieste dificultades al llevar a cabo sus actividades cotidianas, su conducta parezca estar fuera de control, se le olviden las cosas, demande atención constantemente, parezca estar ausente y/o no pueda comunicarse de manera adecuada con los demás. Piensan que pronto obtendrá la madurez que necesita para desempeñarse bien. Los profesores generalmente lo perciben como un alumno descuidado, flojo, con conducta desorganizada, carente de motivación, perturbado emocionalmente, con dislexia o con impedimentos perceptivos, por citar algunos ejemplos. Sus compañeros pueden considerarlo como un compañero "tonto", "torpe", "desordenado" o "locuaz". El niño que lo padece se siente fracasado y percibe al aprendizaje como una tarea imposible de lograr, lo cual le causa frustración constante, por lo que generalmente llega un momento en que se da por vencido y no hace ya ningún esfuerzo por concentrarse ni interactuar con los demás.

3. ¿Qué significa el término "dificultades para aprender" o "problemas de aprendizaje"?

Definir las dificultades o problemas de aprendizaje es adentrarse en un terreno altamente debatido, esto es, los especialistas no han logrado ponerse de acuerdo en forma universal. En contraste, es motivo de grandes discrepancias y controversias entre las distintas disciplinas y dentro de una misma escuela de especialistas que lo estudian. En términos generales, este concepto se utiliza para describir la condición que padece la persona e interfiere con su habilidad para almacenar, procesar o producir la información deseada, traduciéndose en dificultades significativas para escuchar, hablar, leer, escribir, razonar, realizar con éxito tareas matemáticas o relacionarse con los demás (Smith y Strick, Learning Disabilities, 1997). Es motivo de discusión si estas deficiencias se deben a disfunciones del sistema nervioso central, a factores socioambientales o por un desorden específico de atención, entre otras causas.

En suma, por el momento no se ha podido precisar cuál es su etiología. Lo cierto es que las dificultades para aprender pueden ser de diferentes tipos, combinarse de maneras muy diversas, presentarse en una gran variedad de niveles de severidad y contrastar con algunos desempeños adecuados o incluso que llegan a ser sobresalientes de la persona afectada.

La mayoría de los especialistas coinciden en que es común que quien tenga dificultades para aprender presente una o varias de las siguientes características:

a) Demora en el desarrollo del lenguaje hablado.
b) Deficiencias para orientarse en el espacio.
c) Su percepción del tiempo y del espacio sean inadecuadas.
d) No sea capaz de saber cómo juzgar las relaciones.
e) Su direccionalidad sea confusa es decir, no puede distinguir cuando es arriba, abajo, dentro, fuera, derecha, izquierda, por ejemplo.
f) Su coordinación motora general sea deficiente al igual que su destreza manual.

Es frecuente que se le dificulte comprender las instrucciones que se le den, sea incapaz de seguir las ideas en las discusiones y debates, su percepción y memoria sean deficientes y se distraiga con facilidad. (Silva, Estrategias de enseñanza, 1998). Expliquemos algunas de ellas con más detenimiento:

1. Periodos cortos de atención. Se distrae con facilidad, en las actividades que son nuevas, por lo que pierde el interés rápidamente; salta de una actividad a otra y con frecuencia no termina su trabajo o lo que está haciendo.

2. Dificultades para seguir instrucciones. Solicita que se le repitan las indicaciones aun cuando se trate de tareas simples. Comete errores debido a que no ha comprendido las instrucciones.

3. Inmadurez social. Actúa como si tuviese una edad cronológica menor y tiende a preferir jugar con niños más pequeños.

4. Dificultades con la conversación. Le cuesta trabajo encontrar las palabras correctas. Interrumpe o habla de algo diferente a lo que se está tratando, no logra expresar lo que desea comunicar.

5. Inflexibilidad. No acepta que se hagan las cosas en forma diferente a como él está acostumbrado, aún cuando él no esté directamente participando o trabajando en la actividad que le está ocasionando disgusto; se resiste a las sugerencias que se le hacen y a los ofrecimientos de ayuda.

6. Poca habilidad para planear y organizar. Parece no tener sentido del tiempo y con frecuencia se retrasa o no está preparado para llevar a cabo la actividad. Cuando se le asignan varias tareas o una que tiene varias partes, no sabe por dónde ni cómo empezar, tampoco tiene idea de cómo dividir el trabajo para poderlo organizar y llevarlo a cabo.

7. Ausencias. Con frecuencia pierde sus tareas, ropa y otras pertenencias, olvida hacer sus trabajos y deberes; tiene problemas para recordar sus citas y compromisos sociales.

8. Torpeza. Le falta coordinación y parece tropezar con todo, derrama los líquidos al servírselos, se le caen los objetos, su escritura es ilegible y es torpe para los deportes y los juegos.

9. No controla sus impulsos. Nada le detiene para coger lo que le interesa, hace observaciones sin pensar, interrumpe o cambia la conversación en forma inapropiada y tiene dificultades para esperar a los demás o a tomar su turno.

Para algunos niños esto se complica más cuando su comportamiento se altera por desórdenes debido a deficiencias de atención con o sin hiperactividad, la cual se calcula que la padecen entre un 15 y un 20 por ciento de los niños que manifiestan dificultades para aprender.

Estas características se han mencionado, y otras que se pueden presentar, afectan una o más de las siguientes áreas que son básicas para el trabajo escolar:

1. Lenguaje hablado.- Tiene dificultad para escuchar, comprender o hablar.
2. Lenguaje escrito.- Le son difíciles las actividades que se centran en la lectura, la escritura y la ortografía.
3. Matemáticas.- Le cuesta trabajo el cálculo en general, como comprender los conceptos numéricos o llevar a cabo operaciones aritméticas­.
4. Razonamiento.- No logra con frecuencia organizar e integrar su pensamiento.
5. Memoria.- Le es difícil recordar la información.
6. Sociales.- Le causa problema relacionarse y vivir en armonía con los demás.


4. ¿Qué significa el síndrome de desorden o trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA/H)?

En términos generales, el TDA/H se considera como una patología crónica, de origen neurológico y sintomáticamente evolutiva, que se presenta desde la niñez hasta la edad adulta si no se hace algo en su oportunidad para corregirla.

Las personas que lo padecen, se manifiestan dispersas e inquietas desde los primeros meses de vida. El cuadro es especialmente notable durante los tres primeros años y después tiene una diversidad clínica e intensa a partir de los seis años de edad, que es cuando inicia la educación formal.

Como ya se comentó, el término trastornos de déficit de atención con o sin hiperactividad es definido por El Manual de Diagnóstico y Estadística de la Asociación Americana de Psiquiatría (DMS-IV) y es la versión más reciente en la que se basa el diagnóstico médico, pues sus parámetros han ido cambiando considerablemente desde que fue propuesto por primera vez por el pediatra inglés George Still en 1902. Este síndrome es el que se diagnostica con mayor frecuencia en los niños que manifiestan dificultades para aprender: Debido a que con ello se pretende englobar a todo tipo de dificultad o alteración en el aprendizaje, se ha tomado como tema para este artículo con el fin de aclarar algunas de las confusiones comunes que giran a su alrededor, en especial entre el ámbito educativo.

En vista de las grandes controversias que hay entre los especialistas, aquí se toma como base la definición del Manual de diagnóstico y estadísticas de desórdenes mentales, mejor conocido como DSM-IV, publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría (Task Force en DSM-IV). Dicha Asociación considera como características comunes a este síndrome los síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad.

La principal diferencia entre los que padecen dificultades para aprender con los que tienen déficit de atención es la siguiente: quien padece deficiencias de atención manifiesta una incapacidad para seleccionar el foco de atención y mantenerse atento, en cambio, las deficiencias de quien tiene dificultades para aprender se relacionan básicamente con el proceso de información.

La Asociación Americana de Psiquiatría considera que para diagnosticar a un niño con síndrome de déficit de atención:

a) Sus síntomas se deberán manifestar antes de los siete años.
b) Haber persistido por lo menos durante seis meses.
c) Ser inconsistentes con su nivel de desarrollo.
d) Observarse con frecuencia en por lo menos dos ambientes casi siempre se identifican en el hogar y en la escuela con "evidencias de impedimentos significativos en los social, lo académico o el funcionamiento ocupacional".

La Asociación Americana de Psiquiatría (Task Force en DSM-IV, 1993) ha distinguido tres tipos de este síndrome:

El primero es el combinado.
El segundo es básicamente por inatención.
El tercero por predominio de la hiperactividad e impulsividad.

Para identificar cuál es el tipo que corresponde en cada caso hay que considerar las características que presenta el niño afectado con base en la siguiente guía:

A. Inatención

Ha de manifestar por lo menos seis de los siguientes síntomas en forma persistente durante seis meses al grado de que se considere como una mala adaptación y sea inconsistente con su nivel de desarrollo:

· No puede concentrarse en los detalles o comete errores que parecen ser por descuido, tanto en su trabajo escolar, como en sus tareas domésticas o en otras actividades que pueden desempeñar los niños de su edad con cierta facilidad.

· Tiene dificultades para mantener la atención en las distintas tareas o actividades recreativas propias de su edad.

· Parece que no escucha lo que se le está diciendo cuando se le habla directamente.

· No sigue las instrucciones y no termina sus tareas escolares, no hace sus quehaceres, ni cumple con sus deberes, y no es porque se niegue a hacerlos o porque no haya entendido las instrucciones, sino que es debido a que no puede seguir la secuencia en forma adecuada.

· Le cuesta trabajo organizarse para empezar y llevar a cabo las tareas y actividades.

· Tiende a evitar o siente un gran rechazo de hacer las actividades que requieren un esfuerzo mental, como es participar en las tareas académicas o llevar a cabo sus deberes escolares, o alguna destreza motora, como es dibujar o participar en alguna actividad deportiva.

· Pierde con frecuencia las cosas que son necesarias para hacer las tareas o actividades, como lápices, libros, material de trabajo y juguetes.

· Los estímulos externos lo distraen con facilidad.

· Se le olvida hacer las actividades cotidianas.


B. Hiperactividad-impulsividad

Para clasificar en esta categoría es necesario que haya manifestado por lo menos seis de los siguientes síntomas durante seis meses al grado que refleje una mala adaptación e inconsistencia con su nivel de desarrollo:

a) Hiperactividad:

· Está jugueteando constantemente con sus manos o con sus pies, se muestra inquieto y se retuerce mientras está sentado.

· Se para de su asiento mientras está en el salón de clases o en otras situaciones en las cuales se requiere que permanezca sentado.

· Está corriendo por todos lados o trepándose en distintos sitios en forma excesiva y en momentos inapropiados (en el caso de los adolescentes o adultos pueden verse limitados por sus propios sentimientos).

· Tiene dificultades para jugar o comprometerse a participar en actividades tranquilas durante su tiempo libre.

· Con frecuencia habla excesivamente.

· Actúa como si estuviera siendo "manejado por un motor" y no pudiese permanecer quieto y sin moverse.

b) Impulsividad:

· Tiende a contestar lo primero que se le ocurre aún antes de que haya sido terminada de formular la pregunta.

· Se le dificulta estar haciendo cola o esperar su turno en los juegos o actividades en grupo.

· Con frecuencia interrumpe o interfiere con los demás.

En los casos del tercer tipo, por ejemplo, donde predomina la hiperactividad, los niños tienden a tener una energía excesiva, se meten por todos lados y actúan sin prestar atención. Sin embargo, a veces llegan a sorprender porque con frecuencia logran aprender a pesar de que en apariencia no están poniendo atención ni escuchando la explicación.

5. Criterios para el diagnóstico de trastorno por déficit de atención con hiperactividad

¿Qué pueden hacer los padres de familia y los profesores para tener un punto de partida que les permita orientarse en el camino de la detección de las dificultades en el aprendizaje en general, y en los trastornos de déficit de atención en particular?

En este escrito se proponen dos listados que se usan con frecuencia en el medio mexicano para observar la conducta de los niños que se piensa pueden tener este trastorno. El primero lo he elaborado con base en el DSM - IV, y el segundo lo propone el Instituto de Psicología del Sureste, y que fue elaborada por Aaron Copeland.

A. Lista de Síntomas Relacionados con el Trastorno por Déficit de Atención (TDA)

Exp. No.:______
Nombre: ___________________________________________ Edad: ________
Fecha de aplicación: ___________________________ Parentesco: ______
Nombre del niño observado: ____________________________ Sesión: ______

Instrucciones. Por favor ponga en el paréntesis el número que corresponda en el siguiente listado con base en lo que usted ha observado sobre la persona en estudio, considerando la siguiente clave:

0 = no está presente.
1 = raro.
2 = poco común.
3 = moderado.
4 = frecuente o intenso.
5 = muy frecuente o muy intenso.

1. Atención deficiente

( ) 1. Parece no escuchar cuando se le habla.
( ) 2. Tiene errores por descuido al realizar la tarea escolar.
( ) 3. Evita o realiza con apatía las tareas que requieren de atención sostenida.
( ) 4. Tiene periodos cortos de atención.
( ) 5. Es desorganizado.
( ) 6. Pierde las cosas.
( ) 7. Tiene problemas para comportarse con propiedad.
( ) 8. Se distrae con facilidad.
( ) 9. Es olvidadizo en las actividades diarias.
( ) 10. Se le dificulta completar las tareas que le asignan.
( ) 11. Se aburre con facilidad.
( ) 12. Parece estar en el espacio o soñando.
( ) 13. Parece perezoso o soñoliento.
( ) 14. Parece apático o desmotivado.
( ) 15. Cambia de una actividad a otra con frecuencia.
( ) 16. Le es difícil concentrarse.
( ) 17. Se queda dormido durante el trabajo.
( ) 18. Falla para entregar el trabajo.
( ) 19. Manifiesta dificultades al realizar la tarea escolar.
( ) 20. Le es difícil seguir instrucciones.
( ) 21. Se motiva al inicio, pero no termina las actividades.
( ) 22. Tiene dificultades para aprender.
( ) Total

2. Hiperactividad

( ) 1. Juega o mueve sus manos y/o sus pies.
( ) 2. Se incomoda al estar sentado.
( ) 3. Abandona su asiento con frecuencia.
( ) 4. Corre, trepa o se mueve en exceso.
( ) 5. Le es difícil trabajar o jugar en silencio.
( ) 6. Siempre se encuentra en acción.
( ) 7. Es compulsivo.
( ) 8. Habla de forma excesiva.
( ) 9. No puede sostener la mirada.
( ) 10. Requiere de constante supervisión.
( ) 11. Parece estar atendiendo a muchas cosas a un mismo tiempo pero a la vez no atiende a ninguna
( ) 12. Con frecuencia es violento y/o llega a agredir a alguien con palabras o acción.
( ) 13. Es excitable.
( ) 14. Es impaciente, le cuesta esperar, darse tiempo.
( ) 15. Seguido se mete en problemas.
( ) 16. Es inquieto y ansioso.
( ) Total.

3. Impulsividad

( ) 1. No mide las consecuencias de sus actos.
( ) 2. Se precipita al contestar o al hacer comentarios.
( ) 3. Le es difícil esperar turno.
( ) 4. Interrumpe constantemente.
( ) 5. Se mete en las conversaciones ajenas.
( ) 6. Se ocupa de actividades físicamente peligrosas.
( ) 7. Actúa antes de pensar.
( ) 8. Toma riesgos con frecuencia.
( ) 9. Toma todos los desafíos.
( ) 10. Se frustra con facilidad.
( ) Total.

Evaluación: sacar el porcentaje de cada apartado.

Es recomendable que esta lista sea llenada por ambos padres por separado y, a la vez, por los maestros y personas que tengan una relación directa con el niño. Quien esté encargado de recopilar la información para el estudio de caso, hará los contrastes pertinentes y él mismo aplicará la suya con base en lo que haya ido observado del caso.


B. Lista de síntomas Copeland para detectar Trastornos por Déficit de Atención

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
Trastorno por déficit de atención no diferenciado (TDAND)


Esta lista fue elaborada con base en la experiencia de muchos especialistas que han hecho investigaciones sobre deficiencias de la atención, sus desórdenes e hiperactividad. Ha sido diseñada para ayudar a padres y profesores en la identificación o discriminación del TDA con o sin hiperactividad, su nivel o grado, y en caso de que se presente, cuáles serían las áreas de dificultad. Por favor marque todos los reactivos. Gracias por su colaboración para complementar la información de la persona en estudio.


Listado TDA/H

Exp. No.:______
Nombre: ___________________________________________ Edad: ________
Fecha de aplicación: ________________________________ Sesión: ______
Nombre de quien contestó: _________________________Parentesco: ______

Instrucciones. Ponga una marca (X) dentro del paréntesis de cada reactivo con el fin de poder indicar el grado en el cual usted considera que se manifiesta la conducta o el comportamiento que caracteriza o presenta su hijo o su alumno, con base en los siguientes criterios:

1. No se presenta.
2. Se manifiesta pocas veces.
3. Se presenta bastante o con frecuencia.
4. Se presenta mucho o con mucha frecuencia.


I. Inatención / distractivilidad

( ) 1. Sus períodos de atención son cortos, en especial cuando las actividades casi no le interesan. *●
( ) 2. Dificultad para terminar con la tarea. *●
( ) 3. Ensoñación diurna, adormilado durante el día. ●
( ) 4. Se distrae con facilidad. *●
( ) 5. Se le percibe como “distante”, “adormilado”. ●
( ) 6. Se engancha en muchas actividades que no termina. *●
( ) 7. Entusiasta al comienzo pero termina con desgano. *●
( ) Total.

II. Inatención / distractivilidad

( ) 1. Excitable. *
( ) 2. Baja tolerancia a la frustración. *●
( ) 3. Actúa antes de pensar. ●
( ) 4. Desorganizado. *●
( ) 5. Poca habilidad para planear. ●
( ) 6. Cambios excesivos de una actividad a otra. *●
( ) 7. Dificultad en las actividades en grupo que requieren de paciencia y tomar turnos.*
( ) 8. Requiere de mucha supervisión. *●
( ) 9. Dificultad constante por omisiones y confundir la comisión. *●
( ) 10. Con frecuencia interrumpe las conversaciones, habla fuera de turno o cuando no le toca. *●
( ) Total.

III. Problemas con el nivel de actividad

A. Sobre activo / hiperactivo:

( ) 1. Impaciente – está inquieto durante el proceso o se muestra impaciente mientras está haciendo algo. *●
( ) 2. Necesita pocas horas para dormir. *
( ) 3. Habla en exceso.*
( ) 4. Corre, salta y se trepa o escala en exceso.*
( ) 5. Inquietud motora durante el sueño. Patea por todos lados, se mueve alrededor constantemente.*
( ) 6. Dificultad para permanecer sentado durante las comidas, en clase, por ejemplo. Con frecuencia camina en el salón.*
( ) Total.

B. Baja actividad / hipoactivo:

( ) 1. Letargo. ●
( ) 2. Dormita a ratos durante el día. ●
( ) 3. Falla en terminar las tareas. ●
( ) 4. Desatento, falto de atención. *●
( ) 5. Poca habilidad de liderazgo. *●
( ) 6. Dificultad para aprender y desempeñarse. *●
( ) Total.

IV. No complaciente

( ) 1. Con frecuencia desobedece. *●
( ) 2. Argumenta por todo. *●
( ) 3.No observa las reglas de conducta aceptadas socialmente.*
( ) 4. Se “olvida” de muchas cosas sin intención. ●
( ) 5. Utiliza “lo olvidé” como excusa (intencional). *●
( ) Total.

V. Atención y comportamiento

( ) 1. Con frecuencia necesita ser centrado en la atención.*
( ) 2. Pregunta o interrumpe constantemente.*
( ) 3. Irrita y molesta a sus hermanos, compañeros y adultos.*
( ) 4. Se comporta como el “payaso” de la clase.*
( ) 5. Utiliza lenguaje obsceno o rudo para atraer la atención.*
( ) 6. Se engancha en comportamientos negativos para llamar la atención.*
( ) Total.

VI. Inmadurez

( ) 1. Su comportamiento parece ser el de un niño pequeño. Sus respuestas son típicas de uno más joven, desde 6 meses hasta dos o más años. *●
( ) 2. Su desarrollo físico es más lento, se demora. *●
( ) 3. Prefiere relacionarse con niños más pequeños y se lleva mejor con ellos. *●
( ) 4.Sus reacciones emocionales son inmaduras casi siempre. *●
( ) Total.

VII. Bajo rendimiento cognoscitivo y problemas visomotores

( ) 1. Su rendimiento es relativamente menor a su habilidad. *●
( ) 2. Pierde los libros, las tareas, etcétera. *●
( ) 3. Problemas de memoria auditiva y de procesos auditivos. *●
( ) 4. Problemas y dificultades para aprender. *●
( ) 5. No termina con las tareas. *●
( ) 6. Termina el trabajo escolar demasiado rápido. *●
( ) 7. Termina el trabajo escolar demasiado lento. *●
( ) 8. Letra mal trazada y separada, con poca caligrafía, sus trabajos escritos son de baja calidad. *●
( ) 9. Mala memoria para seguir instrucciones, direcciones y la secuencia o rutas de aprendizaje. *●
( ) Total.

VIII. Dificultades emocionales

( ) 1. Cambios de humor frecuentes e impredecibles. *●
( ) 2. Altos niveles de irritabilidad. *●
( ) 3. Baja reacción ante el dolor / insensible ante el peligro.*
( ) 4. Se estimula más de la cuenta con facilidad. Es difícil tranquilizarlo cuando se ha sobreexcitado o sobre-estimulado.*
( ) 5. Baja tolerancia a la frustración. *●
( ) 6. Berrinchudo, temperamental, estallidos de enojo. *
( ) 7. Caprichoso. ●
( ) 8. Baja autoestima. *●
( ) Total.

IX. Poca relación con sus compañeros o coetáneos

( ) 1. Golpea, patea o muerde a otros niños.*
( ) 2. Dificultad para seguir las reglas de los juegos o para la interacción social.*
( ) 3. Es rechazado o evitado por sus compañeros. *●
( ) 4. Evita las actividades en grupo: es un solitario. ●
( ) 5. Fastidia y molesta a sus compañeros excesivamente.*
( ) 6. Intimida o embroma a otros niños.*
( ) Total.

X. Problemas con la interacción familiar

( ) 1. Con frecuencia provoca conflictos en la familia.
( ) 2. Le disgustan los compromisos y las actividades sociales.
( ) 3. Los padres se quejan de no poderlo disciplinar y fallan todas las alternativas que usan con él. Nada les funciona.
( ) 4. Mamá pasa mucho tiempo ayudándolo con las tareas dejándole poco tiempo a los demás miembros de la familia.
( ) 5. Las comidas con frecuencia son poco placenteras.
( ) 6. Tiene discusiones frecuentes con los padres sobre sus deberes y responsabilidades.
( ) 7. Hay tensión constante y estrés en la familia debido a los problemas sociales y académicos del niño.
( ) 8. Los padres generalmente se sienten: frustrados ( ) sin esperanza ( ) solos ( ) decepcionados ( )
( ) 9. La madre se siente: enojada ( ) culpable ( ) temerosa por el niño ( )
sin apoyo ( ) confundida ( ) triste y deprimida ( ) sola ( )
( ) Total.

* Se manifiesta el TDA con hiperactividad.
● Se manifiesta el TDA sin hiperactividad. Es un TDA no diferenciado.

Observaciones:

Es recomendable anotar todo aquello que sirva para entender mejor el cuadro de comportamiento y de aprendizaje del niño.


C. Escalas para padres y profesores

Otra alternativa es la Escala de Corners (1969), la cual está divida en dos partes: una para padres y otra para profesores.

a) Escala Corners para padres: contiene noventa y seis reactivos, agrupados en los siguientes ocho factores:

· Alteraciones de conducta.
· Miedos.
· Ansiedades.
· Inquietudes-impulsividad.
· Inmadurez-problemas de aprendizaje
· Problemas psicosomáticos
· Obsesiones.
· Conductas antisociales
· Hiperactividad

b) Escala de Corners para profesores: es mucho más breve, pues sólo consta de treinta y nueve reactivos agrupados en seis factores:

· Hiperactividad
· Problemas de conducta
· Labilidad emocional
· Ansiedad-pasividad
· Conducta antisocial
· Dificultades en el sueño

En cada reactivo se describe una conducta característica de estos niños, para que los padres o los profesores la valoren con base en la intensidad con que se presenten. La clave es la siguiente: 0 = nada 1 = poco 2 = bastante 3 = mucho

En este caso también es necesario anotar los datos que más preocupen o que el observador considere podría ayudar a comprender mejor la situación. Lo ideal es tener una entrevista directa con la persona que contesta una vez que haya terminado de llenar este tipo de documentos.


6. ¿Por qué no es fácil identificar este síndrome?

Muchas veces los padres se dan cuenta que sus hijos pequeños manifiestan algunos signos de desórdenes de atención, desde antes de asistir a la escuela. Sin embargo, debido a que los niños maduran a ritmos diferentes y varían en temperamento, personalidad y nivel de energía, no es fácil determinar quien realmente tiene un déficit de atención o sólo se trata de un retraso en su desarrollo o simplemente es cuestión de su carácter.

También debe tomarse en cuenta que el comportamiento de los niños de la misma edad varía enormemente.

Como todo ser humano, los niños con déficit de atención también tienen cualidades y puntos débiles específicos; sin embargo, por alguna razón, estos últimos afectan de alguna manera su habilidad para aprender y procesar la información. Hay distintos tipos de pensamiento, como el lógico, metafórico, analítico, crítico, verbal, espacial y visual, por ejemplo. También hay diferentes estilos para aprender. Una clasificación es la siguiente: activo, reflexivo, teórico y pragmático.

Pero todo esto se ha basado en las investigaciones que se han hecho sobre la inteligencia en el siglo pasado. Las últimas investigaciones han ofrecido cambios y perspectivas diferentes. Es por ello interesante contemplar, para este estudio, los distintos tipos de inteligencia. Se ilustra esto con dos criterios de clasificación:

A. Howard Gardner (1983), señala que hay varios tipos de inteligencia en lugar de un solo nivel de funcionamiento intelectual. Este autor identificó los siguientes tipos:
Verbal–lingúistica, lógico–matemática, visual–espacial, corporal–cinestésica, musical–rítmica, naturalista, interpersonal e intrapersonal.

Sigue trabajando con la existencial, la cual la considera sólo media inteligencia, pues no cumple con los criterios.

B. Con base en estos estudios, Tony Buzan (2004) propone diez inteligencias, las cuales agrupa en tres grupos:

a) Creativa y emocional: creatividad, autoestimación, social y espiritual.
b) Corporal: física, sexual y sensual.
c) Tradicionales: verbal, numérica y del espacio.

Así, por ejemplo, un niño se desempeña muy bien en actividades musicales y atléticas pero tiene problemas para llevar a cabo tareas que requieran habilidades lógico-matemáticas; puede aprender muy bien haciendo las actividades y dificultársele enormemente las exposiciones teóricas al perderse en la secuencia. Mucho dependerá del nivel de desarrollo de sus capacidades y del estilo que le predomine. De cualquier manera, cualquiera tiene la oportunidad de mejorar sus capacidades, si trabaja en ellas, y puede contar con el equilibrio, que le permita incursionar en por lo menos todo tipo de conocimientos básicos.

Centrarse en lo que la persona no puede hacer en lugar de aprovechar las áreas en las que tiene facilidad para aprender dificulta el tratamiento. Cuando uno acepta que el niño puede aprender si se le respeta su propio ritmo y a través de procedimientos diferentes al común de sus compañeros entonces las actitudes y las circunstancias cambian, pues esto no se percibe como un problema de aprendizaje sino como una forma diferente de aprender. Esta tarea no es fácil, pues no se cuenta con un grupo de características que permitan seguir una "receta" uniforme para todos los casos. Téngase en mente que hay una gran variedad de combinaciones y de niveles, lo que da lugar a que cada caso sea único. Lo que tienen en común son las consecuencias que le afectan en su vida personal y familiar, su relación con los demás, su habilidad para hacer deportes, su autoestima y autoconfianza, así como también la manera de manejar las distintas situaciones.

7. ¿Cómo empezar?

Como punto de partida, consideraremos tres áreas generales:

1) El nivel de lenguaje y de desarrollo de conceptos.
2) Las habilidades perceptivas.
3) Los problemas de atención y comportamiento.

A. Problemas de lenguaje

Se refiere a la inteligencia lingüística es decir, a las habilidades de expresión, tanto oral como escrita. Los padres se dan cuenta de que su hijo tiene dificultades cuando manifiesta un retardo significativo para comenzar a hablar o su vocabulario es muy escaso si se le compara con sus contemporáneos, a pesar de haber tenido oportunidades semejantes para aprender. Se le dificulta comprender, procesar o expresar sus ideas oralmente, no comprende la mayoría de las cosas que se le dicen, no recuerda cómo se llaman determinados objetos comida, juguetes, colores, por ejemplo a pesar de que los reconoce; se confunde con las preposiciones; con las nociones de tiempo ayer, hoy, mañana, por ejemplo; no logra asociar que cosa va con qué -por ejemplo, banco con dinero-; se le dificulta pronunciar algunas palabras ­como aquellas que tienen sílabas trabadas o sinfones: trompo, blusa, brazo, rifle. Lógicamente todo esto va a traer como consecuencia que se le dificulte la lectura, escritura, ortografía, expresión oral y escrita, en la escuela.

Cabe aclarar que un desarrollo de lenguaje inadecuado no es necesariamente indicador de déficit de atención. Puede tratarse simplemente de inmadurez, de un retardo, de un desorden emocional o de una enfermedad física, como tener una infección crónica en el oído (otitis media), que no le permita asociar los sonidos con el significado precisamente durante la edad en que le corresponde adquirir dicho aprendizaje, lo que puede traerle como consecuencia problemas de articulación.

Si los padres se percatan que su hijo está teniendo dificultades con el lenguaje es conveniente que se pongan en acción lo más pronto posible para ayudarlo a contrarrestarlos. Una manera de ayudarlo es que enriquezcan su ambiente, le hablen con claridad y el mayor tiempo que estén con él, contándole cuentos, cantando y jugando con él, poniéndole actividades divertidas que lo inviten a expresarse, estimulándolo a que pregunte y comente sus ideas, en fin, todo aquello que estimule su fluidez verbal. No está por demás visitar un especialista que los ayude con un programa específico que le facilite el desarrollo de esta área.

B. Habilidades perceptivas

Se refieren a la forma como se comprende y procesa la información que se obtiene a través de los sentidos. Vemos con los ojos pero procesamos y comprendemos los datos con nuestra mente. El primer punto de referencia que tenemos es nuestro propio cuerpo. Aprendemos a distinguir conceptos de direccionalidad, como arriba, abajo, grande, chico, adelante, atrás, etcétera en relación con nosotros mismos, con los demás y con los objetos, por ejemplo. Cuando el niño no cuenta con una buena coordinación, no puede lanzar ni atrapar una pelota adecuadamente, pues no percibe la dirección correcta hacia la cual debe mover sus manos y hacia dónde dirigir su vista pues no discrimina dónde está la pelota en relación con su cuerpo.

Algunos niños son particularmente torpes: se tropiezan a cada rato, tiran el agua cuando se la están sirviendo en un vaso o se les cae el material con el que están trabajando, debido a que su percepción en el espacio es inadecuada al igual que su direccionalidad. Esto puede llegar a obstaculizar el aprendizaje de la lectura, la escritura, las matemáticas, las artes y las actividades atléticas, aunque no necesariamente sucede en todos los casos.

Hay niños que se quejan porque no se pueden concentrar debido a que hay muchos ruidos en el ambiente que los distraen o demasiados estímulos a su alrededor que dispersan su atención. Esto trae como consecuencia que sólo perciban fragmentos de lo que se les está diciendo o mostrando perdiendo partes importantes del mensaje, lo cual afecta seriamente su aprendizaje. Antes de regañar a su hijo por no hacer lo que le han pedido, asegúrense que ha comprendido bien las instrucciones, que haya ubicado el o los objetos que necesita para realizar la tarea, así como la secuencia que debe seguir.

Cuando el niño evita tareas como atarse las agujetas de los zapatos, abotonarse o desabotonarse la ropa, participar en actividades donde necesita dibujar, colorear, recortar, modelar con barro o plastilina, habrá que considerarse como indicadores de posibles dificultades para trabajar con las manos, pues lo más común es que los niños disfruten de estas actividades, aunque hay excepciones.

Hay chicos que perciben la información en forma adecuada cuando la pueden ver, oír y sentir, pero se confunden si ésta sólo les llega únicamente por un sentido. Los especialistas recomiendan utilizar el mayor número de sentidos posibles cuando se le quiera comunicar algo a este tipo de chicos, pues han comprobado que de esta manera se les facilita integrar el mensaje.

C. Problemas de atención y comportamiento.

Los desórdenes de atención y concentración se pueden presentar con o sin dificultades de aprendizaje, aunque es frecuente que ambos vayan de la mano cuando predomina el síndrome. A veces el niño comienza a tranquilizarse y a concentrarse mejor conforme va creciendo, pero un gran porcentaje de ellos no lo logran y continúan los síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad. Es un mito creer que en la adolescencia desaparecerán estas alteraciones por arte de magia. Se tiene que trabajar con ellos oportunamente para ayudarlos a salir adelante. La característica que sobresale más es su falta de concentración. Otro punto importante es que se les dificulta poner en práctica lo que han aprendido.

La mayoría de los especialistas han identificado algunas variaciones en los síntomas relacionados con el género. Parece ser que los niños tienden a ser más hiperactivos, agresivos y desorganizados que las niñas. Antes se creía que había un mayor porcentaje de niños que niñas debido a que ellas tienden a internalizar sus dificultades, a retraerse y a ser más ansiosas que los varones.

Cuando se les da a los padres el diagnóstico, no pueden creer que su hijo tenga desórdenes de atención, pues han visto que en ocasiones logra concentrarse en actividades que le interesan o permanece por más de una hora ante la televisión cuando le gustan los programas que están pasando. Piensan que por rebeldía el niño no se concentra en las actividades intelectuales o porque no le gusta hacer sus deberes, como las tareas escolares o lavar la vajilla, por ejemplo. Es más frecuente que las madres se ocupen del problema y busquen alternativas para su hijo que los papás, quienes generalmente se desentienden del problema y evaden todo tipo de recomendación. (O’Reagan, 2002). Es necesario que ellos también participen de manera sistemática y profunda.

En la escuela generalmente se acentúan sus problemas a la hora del recreo, de tomar el refrigerio o cuando hay algún tiempo libre pues son los momentos de socializar con otros niños y es cuando se mete en dificultades. La forma como se comporta irrita y molesta a sus compañeros, quienes lo rechazan o no le permiten jugar con ellos. Estas actitudes le hacen sentir como una persona indeseable, lo cual va dañando su autoestima y dificultando aún más su incapacidad para relacionarse con los demás.

8. ¿Qué se puede hacer en casa?

Es común que los padres de estos niños comenten que uno de los aspectos más difíciles de manejar es que sea tan irritable e irritante, además de demandar atención y cuidados exagerados. Su comportamiento da origen a fuertes tensiones y caos en el hogar, ocasionados generalmente por su ansiedad y falta de control; parece que a propósito pierde el tiempo y retrasa a todos, es muy desorganizado y no está consciente de las consecuencias de sus actos.

Algunos especialistas e investigadores sostienen que las familias de estos niños tienden a ser en sí mismas más caóticas y desorganizadas que otras, desde antes que el niño llegara a su seno, y que él sólo contribuye a intensificar un patrón ya existente (Osman, Learning Disabilities and ADHD, 1997). Sea esto cierto o no, lo que sí se ha comprobado es que se crea un círculo vicioso que desemboca en alta tensión para todos los que viven en su hogar, por lo tanto, el primer paso será romper dicho patrón. Las sugerencias que a continuación se presentan pueden ayudar a mejorar el ambiente familiar:

a) Identifiquen el patrón que desencadena la tensión y el caos familiar y tomen conciencia de que es necesario cambiar los hábitos que rigen a la familia. Los padres tendrán que encontrar el tiempo para estructurar un plan que les permita hacer los cambios necesarios y llevarlo a la práctica haciendo los ajustes que se requieran conforme se vayan viendo los resultados.

b) Establezcan una rutina que le permita al niño organizarse y cumplir con sus deberes. Él tendrá que contar con el tiempo que requiera para levantarse, vestirse, desayunar, por ejemplo, antes de irse a la escuela y sin sentirse presionado. Esto implica que tendrá que arreglar sus cosas la noche anterior para no estar buscando lo que le hace falta cuando el tiempo es escaso. Al principio, los padres tendrán que ayudarlo a estructurar su vida desde afuera hasta que llegue el momento en que él la pueda hacerlo por sí mismo.

c) Elaboren una lista con sus deberes y póngansela a la vista para que su hijo pueda seguirla sin que se la tengan que estar recordando a cada rato. Al principio lo tendrán que apoyar para que la lea y sepa lo que tiene que hacer. Poco a poco irá haciéndolo por sí mismo. Algunos padres se resisten a seguir esta medida porque piensan que así el niño no aprenderá a ser independiente ni a tener iniciativa y decisión. En contraste, con el tiempo podrán apreciar que el muchacho aprenderá con mayor eficiencia a través de la guía y el ejemplo de sus padres en lugar de que éstos utilicen los regaños, las críticas, los castigos o tengan que resaltar lo que hace mal. Los especialistas sostienen que los castigos tienden a reforzar la conducta indeseable en estos casos. En cambio, cuando los padres le enseñan a organizarse con el ejemplo y lo ayudan con paciencia a poner en orden sus cosas en lugar de limitarse a darle instrucciones, obtienen mejores resultados.

d) Reconozcan cuando su hijo haya hecho algo bien y felicítenlo. Esta actitud lo invitará a repetir la conducta deseada. Resalten lo que hizo bien, abrácenlo, sonríanle en forma especial, háganle saber que aprecian sus esfuerzos y que se dan cuenta de sus progresos. Eviten recompensarlo con comida o dulces. Es mejor resaltarle lo que hizo bien, darle una caricia, un beso o ponerle una señal o estampita en una gráfica para que él vaya tomando conciencia de su progreso. Para él será muy gratificante ir viendo cómo va adquiriendo puntos buenos o reconocimiento gráfico a medida que va cumpliendo con sus deberes. Esto lo irá motivando cada vez más a hacer mejor y más cosas.

A continuación se ofrece un esquema de cómo podrían los padres y maestros elaborar una lista de control para señalar los puntos que ha cumplido el niño por sí mismo (ù) y cuando ha tenido que estársele recordando (ú). Ésta gráfica se puede hacer en una cartulina y ponérsela en su habitación para que su hijo la pueda consultar con facilidad y estar al tanto de su desempeño. Se le podrá enseñar a otros miembros de la familia y amistades. Por le general, el niño reacciona favorablemente y se siente orgulloso de sus logros, en especial si su experiencia ha sido más bien lo contrario.

Mi lista personal de actividades

1. Cuidado personal

- Arreglar mi ropa y útiles la noche anterior
- Lavarme los dientes después de cada comida
- Bañarme
- Vestirme yo solo
- Salir a la escuela a tiempo
2. Arreglar mi recámara

- Hacer mi cama
- Poner en el cesto mi ropa sucia
- Recoger mis juguetes y objetos
- Apagar la radio y/o la televisión si no las uso
- Mantener limpia mi recámara
3. Ayudar a mi familia

- Poner la mesa
- Hacer el agua de frutas para la comida
- Poner mis platos en el fregadero
- Revisar que haya jabón en el baño
- Regar las plantas

4. En relación con la escuela

- Salir a tiempo para ir a la escuela
- Terminar mis trabajos en la escuela
- Hacer mi tarea sin discutir
- Acomodar mis útiles al terminar la tarea
- Practicar con el instrumento musical

e) Tengan paciencia y conserven la calma lo más posible. El secreto está en ser constantes y ayudarlo a que se mantenga dentro del programa, vale la pena, pues ganarán mucho debido a que cada vez será menor el nivel de tensión y de caos en el hogar. A veces notarán que el niño parece estar regresando a sus conductas anteriores, esto es común que suceda, por lo tanto no se desanimen; pues si son constantes, él volverá a retomar el programa y seguirá progresando. Eviten que el niño se convierta en el chivo expiatorio de la familia y se le culpe de todo lo malo que suceda en la casa, de sus frustraciones y enojos, en vista de que las consecuencias son desastrosas para su autoestima, pues agudizará todavía más sus dificultades.

f) Las acciones dicen más que las palabras. No basta con decirle a su hijo que su conducta es inapropiada; lo más probable es que él no comprenda a qué se están refiriendo ustedes. En cambio, cuando le reconocen sus progresos y le señalan con claridad lo que hizo bien, lo ayudan a seguir con el programa. También es importante que le enseñen cómo modificar lo que hace mal y lo ayuden a trazar metas concretas dentro de un tiempo razonable y que él pueda cumplir, pues de esta manera percibirá con mayor claridad el camino adecuado para lograr los cambios deseables. El niño debe comprender con claridad lo que se espera de él, cómo debe actuar y en qué momento. Poco a poco asígnenle pequeñas responsabilidades, y no se las cambien hasta que haya logrado cumplir con la primera sin errores.

g) Jueguen a intercambiar papeles. El niño podrá tener el papel del padre y el padre del hijo. Representen una situación donde él señale los errores que comete su "hijo" al hacer una actividad y sugiera cómo ayudarlo.

h) Busquen momentos oportunos para hacer los cambios. Es imposible que el niño coopere con ustedes si quieren enseñarle alternativas en los momentos en que hay disputa o conflicto. Los cambios deberán sugerirse en un ambiente de tranquilidad, con cariño y paciencia. No es adecuado sugerirlo cuando están viviendo un momento difícil, permítanse un tiempo razonable para que los ánimos se calmen y puedan platicar más adelante sobre el hecho de manera que su hijo pueda identificar qué tipo de conductas son las que provocan el caos y las tensiones, sin utilizar reclamaciones ni enojos. Si se le confronta con dureza y gritos, él se sentirá atrapado y se defenderá con agresividad o evasión. Si ustedes se sienten frustrados, impotentes, estresados, en esos momentos no tendrán la paciencia que se requiere para enseñarle algo positivo. Si él, a su vez está furioso, llorando o sintiéndose amenazado, tampoco entenderá razones. Es mejor trabajarlo después cuando haya regresado la calma. Lo que sí se debe evitar es pasarlo por alto u olvidarlo.

i) Estén alertas de no llegar a la sobreprotección y a la indulgencia. Su hijo no debe ser el foco de atención y de desgaste de energía en la familia. Él tiene que ir aprendiendo a cooperar con todos y a cumplir con sus compromisos. Sobreprotegerlo únicamente va a acentuar su falta de dominio y descontrol. Si se es dominante y permisivo al mismo tiempo, el niño se desconcertará todavía más y no entenderá qué es lo que se espera de él. Tampoco intenten sobornarlo con regalos para que haga sus deberes o se comporte mejor. Este procedimiento no le ayudará a aprender a tomar la responsabilidad de su vida.

j) Encuentren el punto medio para ayudarlo sólo cuando sea indispensable colaborar con él y eviten estarlo supervisando constantemente. Poco a poco vayan dejando que haga las cosas por sí mismo, ayúdenlo a que aprenda de sus errores y a que repita el procedimiento las veces que sean necesarias, hasta que le salga bien lo que tenga que hacer. Enséñelo a que comience a tomar sus propias decisiones, primero ayúdenle a que escoja entre dos alternativas. Conforme avance, aumenten las opciones.

9. La necesidad de acudir a una atención especializada

El especialista en niños con trastornos de déficit de atención es el encargado de hacer el diagnóstico y diseñar el tratamiento que puede y debe ayudarlo a superar sus deficiencias. Generalmente comienza por hacer un estudio detallado sobre el caso, pues este trastorno no es fácil de diagnosticar en vista de que hay muchos rasgos de conducta que no suelen ser extraños o inusuales en sus coetáneos.

Se considera como edad crítica entre los cinco y seis años, debido a que no es tan claro su proceder, pues es la etapa donde se comienza la escuela de una manera más formal, se forman hábitos con más exigencia, se aplica la disciplina con más rigor, se establecen reglas, se comparte y convive con sus iguales y otras personas.

El estudio psicopedagógico requiere la valoración de distintos contextos (familia, escuela, comunidad), áreas de desarrollo del niño (psicomotora, perceptiva, nivel de lenguaje, por ejemplo), así como su relación con los demás.

No se cuentas todavía con una batería específica que haga una detección infalible, de manera precisa y evidente, sin embargo, dentro de las más usuales están:

a) Entrevista inicial a los padres, sin el niño, para dialogar con libertad sobre la evolución y desarrollo de su hijo, desde el embarazo hasta la edad actual, los puntos que les intranquilizan, indicando qué les hace sospechar que su hijo tenga este trastorno, su comportamiento en casa y en otros lugares, su desempeño en la escuela, su forma de reaccionar, así como otros antecedentes.

b) Observación de la conducta del niño por distintos adultos (principalmente los padres y maestros) a través de escalas, tanto en casa como en la escuela, además de la que se haga en la clínica. En este trabajo se mencionan algunas con más detalle.

· Con niños pequeños se puede aplicar el Código de observación sobre la interacción Madre-hijo, la cual emplea el juego como medio para ver la forma como se comunica la madre con su hijo de dos o tres años y detectar el grado de conflicto que hay entre ellos en caso de que exista.

· La escala de observación en el aula de Abikoff y Gittelman es apropiada para evaluar su conducta en la escuela.

c) La presencia o ausencia: de síntomas neurológicos menores, el grado de impulsividad que presenta, su desarrollo perceptivo, coordinación motora, capacidad de atención y nivel de actividad motora son también importantes.
d) Para conocer el grado de inteligencia que tiene, generalmente se utiliza la Escala de Inteligencia Weschler, que comprende doce pruebas dividida en dos grupos: verbal y de ejecución.

e) Esta área se debe complementar con la identificación de sus estilos de aprendizaje, formas preferentes de pensar, la forma como se organiza el material de aprendizaje, por citar unos ejemplos.

f) Se estudian contrastes como reflexión e impulsividad al elegir entre varias alternativas, como en la prueba de emparejamiento de figuras familiares de Cains y Cammock (1978).

g) Su nivel de dependencia frente a la independencia de campo se puede medir a través de la percepción de las partes como elementos de un todo (independencia) o en un contexto global (dependencia) en la prueba de figuras enmascaradas de Kart y Konstandt (1963).

h) La capacidad para controlar estímulos sin importancia y omitir respuestas incorrectas, según su nivel de flexibilidad y reflexión, se puede medir a través del test de distracción del color de Santostefano y Paley (1964).

i) Otro punto clave es conocer su nivel de integración visomotriz, así como su madurez y coordinación visual. Para ello se utiliza la prueba Guestáltica Visomotora de Bender, que se le pide reproducir los dibujos de unas tarjetas.

j) También se debe observar si hay signos neurológicos menores, ya que en muchos casos se presentan. Para ello es útil la prueba rápida de discriminación neurológica de Sterling y Spalding, la cual consta tareas que requieren de habilidad manual, reconocimiento y reproducción de figuras, llevar a cabo movimientos manuales rápidos, reconocimiento de formas en la palma de la mano y hacer círculos con los dedos, entre otras actividades.

k) El desarrollo de lenguaje que tiene se puede obtener a través de la prueba de Illinois (ITPA) para detectar sus habilidades psicolingüísticas.

l) El grado de desarrollo psicomotor y el conocimiento, manejo y control de su cuerpo. El nivel de actividad motora se puede medir a través del podómetro para contabilizar los pasos que da; el actómetro o reloj pulsera que mide el movimiento y el cojín estabillímetro para medir su movimiento mientras está sentado.

m) Si en el diagnóstico se concluye que hay TDA, es recomendable canalizarlo con un neuropediatra para que le haga una exploración neurofisiológica y una cartografía cerebral o técnica de neuroimagen funcional que permite conocer el grado de activación eléctrica de la corteza cerebral mediante su representación en mapas cromáticos.

Durante el estudio, el especialista hace una serie de observaciones que complementan los resultados estandarizados, como el tiempo de reacción en las tareas, el periodo de latencia, su capacidad de elección, constancia y dedicación a las actividades, su organización, secuencia, entre otros.

Si bien no es fácil convivir con un niño que padezca el trastornos de déficit de atención con o sin hiperactividad, quien lleva la peor parte es el que la padece, pues se da cuenta que algo no le está funcionando en forma adecuada, ya que los demás tienden a rechazarlo, casi no cuenta con compañeros de juego, ni conserva a sus amigos. En casa, su forma de ser ocasiona el caos, crea tensión y da lugar a disgustos. En la escuela es blanco de burlas, desagrada a sus maestros porque no puede cumplir con las actividades y tareas como es esperado y es rechazado por sus compañeros por no poder ser un buen participante en los juegos y actividades escolares.

Estos niños, día con día, tienen que hacerle frente a la frustración, a una carga fuerte de estímulos, a una serie de angustias y temores. Es por ello que liberan todo esto a través de los pleitos, la destrucción, las alergias, las explosiones de carácter, o simplemente encerrando sus sentimientos en sí mismos.

Saben que con sus hermanos o compañeros habrá roces o disgustos debido a que se les pierden las cosas, no pueden ir a su mismo ritmo, se les olvidan las cosas, no pueden mantenerse en la secuencia, en fin, les es difícil compartir con los demás como es esperado. A su vez, sus hermanos pueden sentirse mal porque se desesperan con su comportamiento y no quieren estar con ellos.

Sus padres y maestros tienden a abandonarlo, debido a que sus métodos de disciplina y de enseñanza no dan los resultados deseados por más intentos que han hecho, por lo tanto no saben qué hacer con él y cómo ayudarlo. Se sienten culpables, impotentes y sin recursos. Para ellos es difícil orientar a un niño lleno de actividad descontrolada, que no escucha, ni obedece, hace rabietas, llega a ser agresivo, no sabe seguir instrucciones, por ejemplo. Este tipo de conductas los desespera, provocando reacciones de enojo, gritos, palizas o burlas a pesar de que saben que con ello la situación se agrava más, pues todos quedan más alterados que antes.

Los padres de estos niños generalmente sienten culpas y fuertes temores por lo que está sucediendo con su hijo. Sin embargo, cuando el especialista hace el estudio, lo diagnostica y da el tratamiento adecuado, tanto al niño como a su familia, la perturbación emocional familiar comienza a desvanecerse.

El terapeuta ayudará a los padres a crear un ambiente familiar estable, a definir reglas claras y precisas que faciliten la convivencia de todos y se tengan las consecuencias lógicas por su cumplimiento o falta, a mantenerse constantes y en el camino a seguir. De una manera práctica se va conduciendo al niño para que logre aprender a pensar cada tarea, a organizar su trabajo, se le motive para que encuentre nuevas alternativas de comportamiento, a recibir los premios y castigos en forma adecuada, a controlar su impulsividad, su forma de hablar y de actuar.

Una parte muy preocupante del tratamiento es el uso de medicamentos, como el Ritalín y sus derivados, por las controversias que hay y las secuelas que ha dejado en algunos casos, pues han sido de cuidado. En términos generales, la mayoría de los niños que son medicados tienen sólo efectos colaterales al inicio, los cuales desaparecen poco a poco, como falta de sueño y dolores de estómago.

Sin embargo no se puede generalizar, pues hay casos en que es indispensable dar la droga bajo estricta vigilancia médica, pero combinándola con la terapia para que empiecen a darse los cambios y se pueda retirar a la brevedad posible. A veces los padres consideran que basta el medicamento, pues les ayuda a controlar la conducta, y no continúan con la terapia, lo cual es un grave error.
Según Cooper (1995), el medicamento se emplea en niños con problemas de atención que tienen niveles bajos de actividad en ciertas partes del cerebro de manera crónica. No todos los niños con déficit de atención tienen una etiología neurobioquímica que amerite el medicamento, por lo tanto, cada caso debe ser estudiado con cuidado y no recetarlo como rutina. El especialista indicado es el neuropediatra que esté al tanto de esta deficiencia y no cualquier neurólogo o pediatra.

Los casos en los cuales se contemple al medicamento como una alternativa deben contemplar lo siguiente:

1. Un diagnóstico cuidadoso y completo.
2. Estrategias de tratamiento sin medicamento.
3. Estructuración del ambiente de aprendizaje de acuerdo con las necesidades específicas del niño.
4. Orientación psicopedagógica, tanto al niño como a sus padres
5. Observación y seguimiento.
6. Cuestionarse si es necesario el medicamento o se puede dar más tiempo al proceso que se está siguiendo.
7. Si se opta por el medicamento, definir los criterios que lo justifican.
8. Tiempo en que va a tomar el medicamento simultáneamente con el apoyo psicopedagógico. No se debe dar la medicina si no asiste a terapia.
9. Observación y seguimiento para ver si se dan los cambios esperados.
10. Ajuste de la dosis y del periodo de duración.
11. Retirarlo a la brevedad posible y continuar con el apoyo psicopedagógico.
12. Reconsiderar si es necesario asignar otro periodo con el medicamento.

Después de un periodo de observación establecido, se sabrá el nivel en el cual el niño se ha beneficiado con esta alternativa si muestra un cambio significativo en la actitud del niño ante el trabajo, la terminación de las tareas, mejoras en la concentración y en el comportamiento, hay más control de la impulsividad, su autoestima aumenta.

10. Tratamientos alternativos

Con base en las investigaciones de algunos autores, como Benjamín Feingold, que lleva diciendo desde hace más de 25 años, que el tipo de dieta que sigue el niño puede ser determinante y alterar su comportamiento, como la comida con aditamentos, sabores y colorantes artificiales pueden alterar los procesos neuronales para lograr el aprendizaje y dificultar la atención y la concentración. Sin embargo, las investigaciones más recientes dicen que sólo es a un grupo pequeño el que se ve afectado por este factor de manera significativa.

De cualquier manera, la experiencia nos dice que un niño hiperactivo alimentado con demasiada glucosa y que bebe principalmente refrescos carbonatados, no va a contar con recursos orgánicos que le ayuden a mejorar su atención, en especial con los detalles. Por regla general, todos los niños, tengan o no el trastorno, requieren una dieta sana, controlada y equilibrada.

Algunos autores recomiendan alternativas como las que se mencionan a continuación, sin embargo hay una gran controversia al respecto, pues hay tantos especialistas a favor como en contra. Así que es responsabilidad de cada quien decidir qué hacer.

a) Las mega vitaminas y suplementos minerales. Las deficiencias vitamínicas pueden ser la causa de diversos problemas. Es atractivo pensar que su carencia sea la causa de las dificultades en atención y aprendizaje. Sin embargo, tres estudios detallados rechazan esta postura.

b) Los medicamentos que controlan el equilibrio. Algunos autores consideran que el déficit de atención se debe a problemas en el oído interno. Han encontrado una correlación significativa entre la coordinación y el equilibrio con la atención; sin embargo, no hay suficientes investigaciones que respalden esta teoría. Por otro lado, hay investigaciones neurológicas que sostienen que la atención y el control de la impulsividad están regulados por los sistemas frontales del cerebro.

c) Intoxicación por cándida. Aunque hay estos hongos de manera natural en el cuerpo, estos pueden producir altos niveles de toxinas que alteren el sistema inmunológico y el cuerpo se vuelva más sensible a las enfermedades y a diversos trastornos, como el déficit de atención. El tratamiento estaría encaminado a evitar que la cándida siguiera creciendo a través de la ingestión de medicamento y la restricción de azúcar en la dieta. Aunque se ha comprobado que esto afecta la condición física del organismo, no hay suficientes evidencias para confirmar que sea la causa de los déficit de atención.

d) Retroalimentación electroencefalográfica. Quienes sostienen esta postura recomiendan enseñar al niño a aumentar la actividad de las ondas cerebrales que están ligadas con la atención y disminuir las que se asocian con la distracción y la ensoñación diurna. De esta manera se incrementaría la atención y se reduciría la hiperactividad y la impulsividad. La técnica abarca la medición de los niveles de actividad eléctrica en varias partes del cerebro. Se han visto algunos resultados, pero no hay nada definitivo; además, el tratamiento es caro.

e) Kinesiología. Esta teoría sostiene que las dificultades de aprendizaje son la consecuencia de la desviación de dos partes específicas de los huesos y el esqueleto, pues ocasionan presión en el cerebro, provocando un mal funcionamiento. El tratamiento consiste en reacomodar los huesos del cerebro a través de la manipulación. No hay evidencias de su efectividad.

f) Entrenamiento optométrico de la vista. Estos especialistas sostienen que las deficiencias en la lectura se deben a desórdenes en la vista, como las fallas en los movimientos de los ojos. El tratamiento varía, pero incluye el uso de lentes de colores y ejercicios oculares. Los resultados todavía no son concluyentes. Los que están en contra señalan que las deficiencias están en la forma como el sujeto almacena y recupera el material lingüístico.

La recomendación general es que se investigue a fondo el método o procedimientos que se elijan para conocer sus puntos fuertes y los débiles, de tal forma que se puedan ir haciendo los ajustes pertinentes a tiempo.

De cualquier manera, en cuanto a la alimentación, siempre es mejor que el niño cuente con una dieta sana y equilibrada. Los alimentos deben combinarse con base en la pirámide alimenticia. Para estos casos se recomienda, al día:

a) Cereales: de 6 a 11 porciones de pan, cereal y arroz.
b) Verduras: de 3 a 5 porciones.
c) Frutas: de 2 a 4 porciones.
d) Lácteos: de 2 a 3 porciones de leche, queso y yogur.
e) Carnes: de 2 a 3 porciones de aves, pescado, frijoles, huevo y nueces.
f) Grasas y azúcares: de vez en cuando.

11. ¿Qué se puede hacer en la escuela?

Los estudiantes que padecen el síndrome de déficit de atención tienen dificultades para aprender en la mayoría, si no es que en todas, las materias que llevan en la escuela, debido a que su falta de atención, impulsividad e hiperactividad no les permiten desempeñarse adecuadamente. Sin embargo, no a todos les afecta de la misma manera ni lo presentan con el mismo grado de severidad.

Se puede comenzar a atenderlos al ofrecerles un ambiente de aprendizaje altamente estructurado, simplificarles y repetirles las instrucciones, tanto de las actividades como de las tareas escolares, ayudándolos con apoyos visuales que les faciliten la comprensión verbal de las instrucciones, empleando técnicas que les permitan controlar su conducta, adaptando los horarios de clase, modificando las pruebas y otros instrumentos de evaluación con el fin de que respondan a sus necesidades específicas especiales, utilizando grabaciones, computadoras y otros equipos audiovisuales, seleccionando y modificando los ejercicios de los libros de texto y cuadernos de trabajo y siendo muy cuidadosos con el tipo de tareas escolares que se les deje para la casa.

La intervención especial que requieren estos alumnos es multimodal, es decir, que no sólo se aboque a la adaptación de los temas que tienen que estudiar sino también a programar actividades que los ayuden al manejo y control de su conducta así como a la supervisión y tratamiento médico. Veamos esto con más detenimiento:
El punto de partida es la modificación de su ambiente para aprender, lo que significa contar con un salón donde tenga los menores distractores posibles pero, al mismo tiempo, cuente con el material y las actividades que más le ayuden a concentrar y a mantener su atención.

Un buen comienzo es escoger el salón que esté más alejado del ruido, sentar al niño hasta adelante, lejos de las puertas y de las ventanas y, si es posible, contar con un pequeño cubículo o poner su escritorio viendo una pared blanca y lisa de manera que sólo tenga a la vista el material con el que va a trabajar.

Pídale su cooperación a los demás miembros del grupo. Los niños generalmente reaccionan de manera favorable cuando se les explica la situación y se les pide que ayuden con algo específico.

Procure mantener una rutina de trabajo con el niño pues, como ya hemos dicho, difícilmente acepta los cambios. Cuando éstos son inevitables, prepárelo tanto como sea posible explicándole la situación según lo requiera y precisándole cuál es el comportamiento apropiado que se requiere.

Mantenga contacto visual con el niño cuando le esté dando las instrucciones oralmente. Éstas deben ser claras, breves y sencillas. Repítaselas las veces que necesite y con tranquilidad. Es preferible que comience con una instrucción a la vez y que vaya haciendo lo solicitado paso a paso. Antes de iniciar la actividad, es mejor asegurarse que haya comprendido lo que se le ha dicho. Una buena medida es que él explique lo que tiene que hacer inmediatamente después de que le haya dado la indicación. Si es posible, póngale un ejemplo concreto.

Combine claves visuales y táctiles con las instrucciones orales. Utilice diversos canales pues generalmente da mejores resultados para atraer su atención e incrementar su aprendizaje.
Hágale listas cortas de las actividades para que pueda organizar mejor su trabajo y déjelo que las consulte las veces que sea necesario.

Adapte las hojas de trabajo de manera que las páginas no estén recargadas. De preferencia, póngale sólo una tarea por hoja para que pueda concentrarse en ella con mayor facilidad.

Fragmente cada actividad en pequeños pasos y retroaliméntelo inmediatamente al concluir cada parte. Al principio permita que utilice el tiempo que necesite para concluir la tarea. Poco a poco le irá enseñando a distribuir y a aprovechar mejor su tiempo.

Asegúrese que haya anotado su tarea y que se lleve los útiles necesarios para hacerla en casa. Al día siguiente revísenla juntos; destaque las partes que hizo bien, en lugar de los errores. Éstos los irá eliminando a través de las siguientes tareas y ejercicios que le vayan poniendo.

Alterne las actividades que requieran movimiento con otras que le pidan estar sentado en un lugar determinado durante el día. Invítelo a participar en actividades sencillas con el resto de sus compañeros, adáptele las tareas que le correspondan. Asígnele algo que tenga la seguridad de que lo hará bien. En este punto, lo que más importa es que comparta con sus compañeros y no la eficiencia en la tarea. Póngale una actividad donde él pueda ayudar a alguno o a varios de sus compañeros. Esto lo hará sentirse útil y que tiene un lugar en el grupo.

La enseñanza programada puede ser muy útil para estos casos, pues le ayuda a estructurar el aprendizaje y a mantener su interés y motivación al ir paso a paso y a su propio ritmo.

En educación no podemos darnos por vencidos. Todos los niños pueden lograr progresos a pesar de las dificultades que tenga para aprender. Sin embargo, sólo se alcanzarán las metas deseadas si éstas son realistas y se trabaja con constancia por conseguirlas.

En conclusión, el programa educativo ha de responder a las necesidades e intereses del niño, propiciar el desarrollo general de sus habilidades, prevenir otras dificultades, ayudarlo a superar o a compensar sus deficiencias, definir metas realistas y específicas, ofrecer experiencias adecuadas y desarrollar una autoestima saludable.

El educador ha de ser paciente, flexible, creativo, innovador y sensible a las necesidades del niño. Ha de tomar en cuenta su ritmo de aprendizaje, utilizar actividades atractivas, interesantes y divertidas pero que tengan un propósito concreto y bien definido, que le faciliten al niño su participación, le permita el descubrimiento, la estructura y, de ser posible, la convivencia con sus demás compañeros, lo ayuden a relacionar entre sí los contenidos, despierten su imaginación y creatividad, además de darle oportunidad para que desarrolle su esfera emocional.

El juego ha de ser la estrategia esencial para ayudarlo a descubrir el mundo que lo rodea. Habrá que vigilar el número de estímulos con los que tenga contacto, fomentar su paciencia, seguridad y confianza, evitar la fatiga, presiones y tensiones innecesarias y crear ambientes cálidos, cordiales y que lo motiven.

Lo más recomendable es comenzar con actividades altamente estructuradas, basándose en lo que puede hacer y no en corregir sus deficiencias. La clave para trabajar está en utilizar instrucciones sencillas, breves y claras; cuidar la secuencia en las actividades, empezar con cosas muy concretas e introducir poco a poco lo abstracto, fortaleciendo las bases del conocimiento. Sólo dejar tareas cuando el niño ya posea previamente las bases y las habilidades necesarias para llevarlas a cabo.

El material ha de ser atractivo, sencillo, con colores contrastantes, objetos grandes, que le permitan usar el mayor número de sentidos y le sea fácil de manipular. Poco a poco se irá reduciendo su tamaño, se aumentará la cantidad y se volverá más complejo y abstracto.
En cuanto al desarrollo de destrezas sociales se le puede ayudar a aprender nuevas conductas. Para su adiestramiento hay que mostrarle comportamientos apropiados tales como esperar el turno, compartir juguetes, pedir ayuda o responder a burlas, y darle la oportunidad de practicar.

Enseñarle a "leer" las expresiones faciales y el tono de voz de otras personas con el fin de se oriente en el estado emocional de los demás y pueda responder de una manera más adecuada.

Denle la oportunidad de participar en actividades de grupo dirigiéndolas al principio con actividades muy concretas y que tengan la seguridad que él las podrá llevar a cabo.

Es importante que aprenda a hacer comentarios apropiados y a pedir ayuda. A través de cuentos o escenificaciones, puede aprender a percibir cómo un mal comportamiento afecta a otros y a encontrar otras alternativas de conducta cuando está enojado o se molesta porque alguien lo empuja.


Apéndice # 1

Perfil de los niños hiperactivos a diferentes edades.

De 4 a 6 años

· En la escuela: se muestra inquieto, impulsivo, con falta de atención, es agresivo y desobediente.

· En casa: es impulsivo, desobediente y agresivo. Con frecuencia está distraído, no parece escuchar cuando se le habla, no sabe jugar sólo y cuando está con otro niño sólo discute y se pelea.

· En sus juegos: no lo sabe hacer solo y tiende a llevarse los juguetes más novedosos para manipularlos y luego destrozarlos cuando se cansa.

· Cuándo juega otro no admite perder, no es capaz de seguir las reglas del juego. Esto hace que sus compañeros lo rechacen.


De 7 a 12 años

· Se convierte en el foco de atención en su clase por su indisciplina y sus dificultades para aprender. Su problema le hace que no sepa mantener la disciplina en clase y además tiene más dificultades de aprendizaje que sus compañeros.

· Los profesores lo perciben como un alumno "mal educando" y "holgazán ". Piensan que los padres tienen la culpa de su comportamiento, por lo que se tensa y dificulta la relación entre la escuela y la familia. Esto a su vez incrementa la conducta hiperactiva en el niño.

· Si en la escuela se percibe como un problema de inmadurez, le aconsejan a los padres que el alumno repita curso. Esto no soluciona el problema, más bien lo agrava, pues el trastorno no se modifica y estará desfasado en edad.

· Se manifiestan las áreas donde tiene mayores dificultades para aprender.

· La relación con sus compañeros no es buena, lo rechazan , por las diferentes actitudes que manifiestan ante el grupo, como agresividad, impulsividad, baja tolerancia a la frustración, entre otras.

· Hay casos en los que el niño se convierte en el líder de la clase, ya que sus actitudes son vistas como hazañas y como algo que divierte.

· Debido a su impulsividad, puede cometer pequeños hurtos.

· Todo este cuadro genera en el niño sentimientos, estados y sensaciones de inseguridad, fracaso e insatisfacción.

· Su autoconcepto y autoestima son bajos.

· Con frecuencia mienten para ganarse la aprobación de los demás.

· Si no se le ayuda a tiempo, a partir de los siete años puede tener síntomas de depresión, como consecuencia de su incapacidad para adaptarse a las demandas de su entorno.

· Su conducta disruptiva se agrava a partir de los siete años, sus intereses cambian y todo se vuelve más complejo.

Adolescencia

· Esta etapa difícil para todos, pero se le vuelve todavía más complicada y penosa para el muchacho que tiene TDA.

· La relación con sus padres empeora, pues discuten más y por cualquier cosa, los reta y desafía, está más rebelde, sus actitudes son negativas, trata de imponerse, etcétera.

· El rendimiento académico disminuye notablemente y las relaciones con sus profesores se hacen cada vez más tensas.

· Su autoestima es negativa; se valora poco, aunque puede actuar con baja tolerancia y prepotencia.
· Los padres deben estar más vigilantes, pues estos chicos tienen más riesgo de caer en malas compañías, hacer uso del alcohol o de las drogas.

· Sus experiencias sexuales tienden a ser promiscuas y pueden meterlos en serios problemas debido a que carece de la madurez suficiente para llevarlas a cabo con propiedad e integrarlas en su vida.

· Son más propensos a tener accidentes de tránsito que sus coetáneos debido a su impulsividad, falta de previsión del peligro, imprudencias y a que no anticipa las consecuencias de sus acciones.

¿Qué tipo de profesionistas formaría el equipo de trabajo?

Los profesionistas que se dediquen a la atención de esta alteración deben recibir un entrenamiento especial sobre el tema. No cualquiera puede tratarlos sólo por tener la formación típica de su profesión. Los especialistas que conformarían el equipo serían:
pediatras, trabajadores sociales, nutriólogos o bariatras, neurólogos, psiquiátras, pedagogos especializados, terapeutas del aprendizaje, psicólogos educativos, terapeutas en psicomotricidad, por ejemplo.


Apéndice # 2

Lineamientos Generales para la Orientación de los Hijos

Los hijos han de conocer cuáles son los valores y principios que rigen en su familia. Es importante que ustedes se los expliquen con sencillez, claridad y precisión, de manera que haya una comunicación abierta dentro de un clima de seguridad y confianza.

1. Ustedes son los principales educadores y responsables de sus hijos. Son quienes toman la decisión final sobre su manejo y lo que consideran más conveniente para cada uno de ellos, según su edad y condición.

2. Los niños requieren de su presencia constantemente y de sentir la libertad de recurrir a ustedes las veces que sea necesario.

3. Ustedes son los principales orientadores y supervisores de sus hijos. Es conveniente que sepan dónde están y qué hacen, qué requieren y hacia dónde se dirigen.

4. Es mejor prevenir que remediar. Observen con cuidado los cambios de conducta de sus hijos, sus necesidades, sus intereses, ayúdenlos a lograr sus metas y a darle un sentido a su vida.

5. Ustedes saben cuáles son los puntos fuertes y los débiles de cada uno de sus hijos. Aprovechen los primeros para desarrollar sus habilidades, reforzar las conductas que desean que permanezcan y nulificar lo que no aprueban.
6. Cada uno de sus hijos necesitan sentirse querido y aceptado por ustedes incondicionalmente. Es importante que se lo hagan saber en algún momento del día. No den por supuesto que es obvio.

7. Sus hijos necesitan saber que son respetados y, a la vez, han de aprender a respetarlos a ustedes. Imponer algo sin antes haberles dado la oportunidad de explicárselos o de que sepan qué es lo que ustedes les están pidiendo o esperan de ellos, sólo sembrará resentimientos y confusión. Únicamente en casos extremos y de peligro se recurre a soluciones que no permiten el diálogo y/o el aviso previo.

8. Aunque en casa debe haber lineamientos generales, cada uno de sus hijos es único y se encuentra en una etapa de desarrollo que requiere ser atendida de una manera especial. Es importante que conozcas sus características y la forma como más conviene orientarlos. Dedíquenle un tiempo específico a cada uno de tus hijos y, siempre que sea posible, asignen momentos específicos para reunirse todos de manera que puedan dialogar, intercambiar ideas, planear actividades en conjunto, resolver algún conflicto, etcétera. En estas juntas han de fomentarse la comunicación y la convivencia, en lugar de los sermones y castigos.

9. Cada uno de sus hijos requiere un aprendizaje específico además de la orientación general que rige a la familia. Ustedes han de ser lo suficientemente sensibles para darles las oportunidades que estén a su alcance oportunamente.

10. Fomenten un clima agradable y adecuado en su hogar. De esta manera es más fácil guiarlos y mantener una disciplina adecuada. Las tensiones, los gritos, los golpes, el caos, dejarse de hablar, no definir lo que se espera de ellos o lo que se desea hacer, por ejemplo, sólo agravan los problemas, crea confusión y fomenta rebeldía.

11. Ustedes enseñan más con el ejemplo que con palabras. La forma como se traten entre ustedes, la concordancia entre lo que dicen y hacen, su responsabilidad y compromiso, son algunas muestras que los hijos van observando y aprendiendo en su vida diaria.

12. Es indispensable que sen muy claros de lo que quieren y esperan de sus hijos. Las expectativas deben ser adecuadas a la edad de cada uno y posibles de lograr. Contar con retos que les sean posibles alcanzar les estimula para seguir alcanzando otras metas. Si les es muy difícil o no se les reconoce, dejarán de esforzarse.

13. Poner límites no siempre es fácil, pero es necesario. Cada uno de sus hijos ha de saber con claridad qué está permitido y qué no. Procuren resaltar lo qué sí se puede hacer o lo que se debe hacer en lugar de la conducta no aceptada.

14. Es importante que integren a cada uno de sus hijos en la vida familiar. Cada hijo debe tener su lugar y responsabilidad. Todos son dignos de ser tomados en cuenta y de sentirse apreciados por los demás. Es importante asignarles tareas que beneficien a todos según su edad, las cuales han de cumplir todos los días.
15. Fomentar en sus hijos hábitos y actitudes que le ayuden a afrontar la vida de una manera positiva y adecuada. Establecer rutinas, tenerlos al tanto de las secuencias de las actividades y sucesos, de lo que se va a hacer cada día, de lo que se quiere lograr, etc., les permite tener seguridad y confianza.

16. Es necesario que ustedes se normen criterios comunes para poder orientar mejor a sus hijos. Estar en desacuerdo delante de ellos provoca confusiones y pone en riesgo su autoridad.

17. La disciplina significa seguir un estilo de vida donde haya reglas claras y precisas de acuerdo con la edad de cada uno de sus hijos, formar hábitos, desarrollar habilidades, delimitar objetivos, por ejemplo.

18. Los premios y castigos han de manejarse de común acuerdo, con sabiduría y responsabilidad, según sea la conducta que ustedes quieren fomentar o extinguir, en lugar de su estado de humor o nivel de tolerancia que tengan en el momento que sucede. Eviten premiar con comida o la compra de objetos, en especial si son caros.

Los grupos de apoyo conectan personas con inquietudes en común. Muchos padres y profesores que tengan un niño con trastornos de déficit de atención lo pueden encontrar útil por el apoyo que brindan, pues comparten frustraciones y éxitos, comentan las recomendaciones de especialistas calificados, obtienen información acerca de lo qué sí funciona y lo que es mejor evitar, así como fomentar las esperanzas en sí mismos y en sus hijos o alumnos. El compartir experiencias con otros que tienen problemas similares ayuda a las personas a saber que no están solas y que al unirse podrán encontrar respuestas útiles y efectivas más pronto.


Apéndice # 3 Protocolos

A. Entrevista

Datos de filiación

Nombre y Apellidos: ____________________________ Edad: ______
Fecha de nacimiento: ______________________________________
Fecha de exploración: inicio: _____________ término: _____________
Escolaridad: ____________ Centro: __________________________
Nombre del padre: __________________ Profesión: ______________
Nombre de la madre: _______________ Profesión: ______________
Dirección: ________________________ Teléfono: _______________
Celular: _________________________ Fax: ___________________
Número de hermanos: ______ Lugar que ocupa: _________
Otros familiares con los que convive:

1. Descripción del problema:

o Inicio:
o Intensidad y frecuencia:
o Situaciones que agravan el problema:
o Situaciones que disminuyen el problema:
o Personas que agravan el problema:
o Intentos de solución, control de conducta: qué hacen cuando…
o Atribuciones del problema:
o Expectativas:
o Diagnósticos y tratamientos anteriores:

2. Historia evolutiva

o Embarazo:
o Enfermedades, problemas, medicación:
o Tipo de trabajo, hábitos de vida de la madre:

o Parto:
o A término, prematuro, postmaduro.
o Duración. Anestesia, fórceps, ventosa.
o Presentación: cefálica, podálica, vueltas de cordón, sufrimiento fetal, hipoxia.
o Recién nacido: Apgar. Silverman-Anderson.
o Peso, color, otros…

o Desarrollo motor:
o Desarrollo de lenguaje:
o Desarrollo emocional:
o Desarrollo social:
o Alimentación:
o Sueño:
o Conductas de autonomía:
o Control de esfínteres:
o Juego:
o Enfermedades padecidas:
o Accidentes y traumatismos:

3. Escolaridad

o Inicio:
o Conducta en clase: igual, peor o mejor que el entorno familiar:
o Materias que lleva mejor:
o Materias que lleva peor:
o Relación con los profesores:
o Relación con los compañeros:
o Conducta en clase, recreos, comedor:
o Estilo de aprendizaje:
o Tiempo y hábitos de estudio:
o Respuesta del niño ante el elogio, regaños, castigos:

4. Personalidad

o Puntos fuertes y débiles:
o Reacción ante la frustración:
o Sensible:
o Autoestima:
o Autocontrol:
o Atribuciones:
o Expectativas:

5. Ocio y cosas que le gustan tener o hacer (refuerzos)

o Deportes:
o Juegos:
o Actividades:
o Otros:

6. Relaciones sociales

o Grupo de amigos:
o Un único amigo:
o Aislado:
o Impulsivo:
o Abusan de él:

7. Antecedentes familiares

o Hiperactividad y déficit de atención:
o Problemas de aprendizaje:
o Otros trastornos:

B. Cuestionario Conners de hiperactividad infantil para padres

Índice de hiperactividad para ser valorado por los padres

Instrucciones. Responda a cada cuestión con una cruz (X), valorando en qué grado presenta su hijo en cada reactivo con base en la siguiente clave: NADA = 0 puntos; POCO = 1 punto: BASTANTE = 2 puntos; MUCHO = 3 puntos

( ) 1. Es impulsivo, irritable.
( ) 2. Es llorón.
( ) 3. Es más movido de lo normal.
( ) 4. No puede estarse quieto.
( ) 5. Es destructor (ropa, juguetes, otros objetos).
( ) 6. No acaba las cosas que empieza.
( ) 7. Cambia bruscamente su estado de ánimo.
( ) 8. Se distrae fácilmente.
( ) 9. Sus esfuerzos se frustran fácilmente.
( ) 10. Suele molestar a otros niños con frecuencia
( ) Total

Observaciones:

Valoración:

Indicie de déficit de atención con hiperactividad:
o Para niños entre 6 y 11 años – 16 puntos es sospechosa.
o Para niñas entre 6 y 11 años – 12 puntos es sospechosa.


C. Escala escolar de Conners (revisada) EEC-R

Instrucciones. Responda a cada reactivo con una cruz (X), valorando el grado en que el alumno presenta cada una de las conductas descritas con base en la clave..

Clave: N: nada. P: poco. B: bastante. M: mucho.

1. Tiene excesiva inquietud motora.
2. Tiene dificultades de aprendizaje escolar.
3. Molesta a otros niños con frecuencia.
4. Se distrae fácilmente, tiene escasa atención.
5. Exige inmediata satisfacción a sus demandas.
6. Tiene dificultad en las actividades de colaborar.
7. Está en las nubes, ensimismado.
8. Deja sin terminar la tarea que empieza.
9. Es mal aceptado en el grupo.
10. Niega sus errores y echa la culpa a otros.
11. Emite sonidos en situaciones inapropiadas.
12. Intranquilo, está siempre en movimiento.
13. Se comporta con arrogancia, es irrespetuoso.
14. Discute y pelea por cualquier cosa.
15. Tiene explosiones impredecibles, mal genio.
16. Carece sentido de la regla, del “juego limpio”.
17. Es impulsivo e irritable.
18. Se lleva mal con la mayoría de los niños.
19. Se frustra con facilidad, es inconstante.
20. Acepta mal las indicaciones del profesor.


Evaluación: Cada reactivo tendrá un valor de 0 a 3.
 Hiperactividad: reactivos 1, 2, 5, 13 y 17.
 Déficit de atención: reactivos 2, 4, 7, 8 y 19.
 Trastorno de conducta: reactivos 6, 9, 10, 11, 12, 14, 15, 16, 18, 20.

D. Escala de observación para el profesor

Instrucciones. Ponga en el paréntesis el número que indique la(s) conducta(s) que sí presenta con cierta frecuencia o intensidad.1. nunca, 2. pocas veces, 3. la mayoría de las veces. 4. siempre

1. Presta atención
2. Nivel de actividad.
3. Aceptación de lo nuevo.
4. Velocidad de respuesta ante estímulos.
5. Aborda la tarea.
6. Permanece en la tarea.
7. Comete errores en sus trabajos.
8. Se motiva.
9. Adaptación a las actividades escolares.
10. Reacción ante el elogio.
11. Aceptación del éxito.
12. Reacción ante la crítica.
13. Tolerancia a la frustración.
14. Alimentación caprichosa.
15. Capaz de descansar.
16. Expresión emocional.
17. Puede entretenerse solo.
18. Convive con sus compañeros.
19. Accesible con sus profesores.
20. Respetuoso de los demás.


a) Estilo de aprendizaje predominante: (cruzar uno o varios).
visual auditivo cinestésico

b) Estilo de pensamiento:
teórico reflexivo activo práctico

Comentarios:

Bibliografía

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Sitios Web

El lector puede iniciar su búsqueda electrónica en las siguientes direcciones:
http://www.phdirect.com
http://www.add.org
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http://www.addis.co.uk
http://www.chadd.org
http://www.cafamily.org.uk
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http://www.hacsg.org.uk
http://www.mhf.org.uk
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Etiquetas: psicopedagoía, TDA
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